Monday, April 25, 2005

Diario de la infancia - 3/12/1980

3 de diciembre de 1980

Magui, mi chiquita hermosa:

Qué contenta estás al ver a Juan Jacobo esta mañana que no fue a la escuela porque está enfermo y decidimos que se quedara, lo abrazaste con tanto cariño que este detalle nos hizo muy felices y alegró nuestro día.

No querías desayunar por estar con Juan Jacobo y Alex por lo que los llamé a los tres y fue de la manera que comieron algo. Nunca habían desayunado tan rápido por la ilusión de poner el árbol de navidad, pero no te llevaron con ellos, te quedaste en la cocina conmigo y querías llorar.

Te llevé a la sala pero no te dejan acercarte porque puedes hacer travesuras. Pude entretenerte en la cocina con unas tapaderas pero fue muy poco tiempo y seguías insistiendo.

Fui a hablar con Juan Jacobo y Alex hasta que aceptaron que te quedaras a ayudarles y cada rato me decían que en lugar de poner figuritas, las quitabas.

Otra vez les pedí que te dejaran estar con ellos para que aprendieras y así ya no las quitarías. Hasta la cocina escuchaba cómo te reprendían, pero ya no enojados, sino con paciencia y cariño.

Cuando tus hermanos me llamaban para que viera cómo les iba quedando el arbolito, tú también me lo enseñabas.

Es la segunda navidad para ti y la esperamos con ansiedad para que vayan aprendiendo con cuánto cuidado debemos prepararnos para celebrar el nacimiento del Niñito Jesús.

Tan emocionada estás, que me enseñaste con tu manita los muñequitos que Juan Jacobo hizo de papel lustre y Juan Jacobo te decía: ¿verdad que nos ayudaste nena? Y respondías: sí.

Al ver que tus hermanos recogían, querías hacerlo también y ponías en una cajita todo en desorden.

Al llegar tu papá te fuiste a jugar con él y por toda la casa se escuchaba tu risa. Cuando entré para que rezáramos, te persignabas por todos lados en tu carita y te quedaste dormidita. Sólo tomaste leche con cereal y ya no comiste nada más.

Thursday, April 21, 2005

mi corazón está roto

el anuncio de su llegada coincidió con el anuncio de la mía.
él a México, yo al mundo.
el mismo día, el mismo instante.

el sonido de las campanas que celebraban su presencia debe estar registrado en algún rincón de mi memoria, en algún lugar de mi alma, aunque científicamente yo no haya podido escucharlas. tenía aproximadamente ocho semanas de gestación y mi mamá se enteró ese día de mi existencia.

Pero sí las escuché, aunque mi mente no lo recuerde, todo mi ser me lo grita, mi corazón debe haber dado su primer latido en ese instante. de qué otra manera podría explicarme el efecto que ha causado en mí ese hombre con tan solo verlo, con tan solo escucharlo, con tan solo recordarlo.

las lágrimas se desatan ante él, el mundo desaparece de todos mis sentidos, sólo existe él.

él ha sido el mejor de mis sueños cumplidos, él me regaló la experiencia más valiosa de mi vida, él me vio y me bendijo, como a cada uno.

casi podría asegurar que nadie en el mundo causará en mí un impacto siquiera similar.

sé que hoy he sentido el dolor más parecido a perder a un padre. antes tenía a dos en la tierra, ahora tengo a dos en el cielo. por un momento pensé que iba a morir con él. que una vez más coincidiríamos, primero en el principio y hoy en el fin. pero no lo merezco. le fallé. se fue con mis fallas, esperé demasiado para decidir cambiar. me cansé pronto de sufrir y renuncié... él jamás lo hizo.

"si tu corazón no te perdona, Dios sí te perdona, porque su misericordia es más grande que tu corazón". no sé si merezco ese perdón, por eso lloro. por supuesto que no lloro por él, lloro por mí, lloro por el mundo que con seis mil millones de seres humanos no puede llenar el vacío que dejó, el lugar que ocupó quien hoy ha partido con Dios.

el llanto es de la magnitud de la pérdida. el dolor es de la profundidad de mi ingratitud, de mi renuncia. yo lo abandoné.

quien dice que nadie es irremplazable en este mundo se equivoca.
Dios nos creo únicos e irremplazables a cada uno. y nos empeñamos en no serlo. nos rehusamos a ser lo mejor de nosotros mismos, a esparcirlo. debería darnos vergüenza. si hemos vivido así deberíamos llegar con Dios y ni siquiera mirarlo a los ojos. uno entre millones reconoció y vivió ese don y lo multiplicó... y transformó al mundo, lo estremeció de alegría y lo enmudeció de dolor.

si un ser humano conmovió a la humanidad, si la llenó de amor y de esperanza, dónde estamos el resto? qué estamos haciendo? estamos viviendo para morir. moriremos en vano y el vacío que dejaremos dará lástima. será un vacío de lo que no hicimos, de lo que no entregamos pudiendo haberlo hecho.

me han preguntando el día de hoy si al Papa le dieron alguna vez el premio Nobel de la paz. no ha sido así. primero me parece incomprensible, pero después lo entiendo: un ser humano excepcional no merece un premio ordinario, el premio que él merece no se ha inventado aquí en la tierra. el premio que él merece sólo puede dárselo alguien superior a él, sólo puede dárselo Dios y hoy lo ha hecho.

Tu premio Juan Pablo es el cielo. mi aplauso para ti resonará hasta el último día de mi vida, porque nadie como tú se lo merece. eres y serás la mayor inspiración, el mejor ejemplo para luchar por estar un día contigo y con Dios.

mi corazón te ha amado desde su primer latido y te amará hasta el último.

Diario de la infancia - 8/11/1980

Sábado 8 de noviembre de 1980

Magui, hijita bonita:

Al rezar Alex y yo esta manana la Liturgia de las
horas, llegaste a nuestra recamara con tu carita de
sueno y despeinadita, estuviste rezando tambien,
aunque solo decias la ultima palabra de cada frase de
manera imperfecta, pero capaz de llegar hasta Dios.

Fuimos a caminar con tus hermanos y tu papá quien te
llevaba y te cobijó muy bien, pero te dio calor y te
quitaste la cobijita.

Recogimos catarinas de entre las plantas, son
animalitos color naranja que desde que éramos niños
nos daba tu abuelita para jugar, estabas muy contenta
con ellas, te reías porque te hacían cosquillitas en
la manita y las seguías con la mirada. Alex las dejó
ir y te pusiste muy triste.

Te dio mucha alegría ver los pececitos que papá sacó
del sifón, los puso en tu dedito, pero te da horror
porque asustadita sacudes la manita.

compramos calcetines para tu abuelito y tratas de
ponértelos, nos causa mucha gracia tu actitud cuando
te quitaste los zapatitos y al ver que no te quedan,
los guardaste. Al llegar a la casa le dijiste a tu
abuelito: tenga, a él le causó extrañeza que sabías
que eran para él y te dijo gracias y en lugar de
contestarle "de nada" solo dabas brinquitos.

Cuando fuimos a Abasolo compré fruta y me pediste, te
di un platanito dominico y una uva, te enojaste porque
no te di más pero temo que te haga daño.

Me enseñaste que Alex había hecho una travesurita
porque tiró el carbonato. Al ayudarle a recogerlo lo
regaste más y te cayó en el vestido, por lo que les
llamé la atención pero enseguida reaccioné y lo ví
como algo propio de los niños.

Alex te quiere dar garbanzos pero le dije que no
porque estás muy chiquita y te pueden hacer daño. Te
enojaste porque no te dio.
Jugamos a leer, rezamos y les conté un cuento.

Diario de la infancia - 2/12/1980

2 de diciembre de 1980

Magui:

Cuando ves que rezamos tus hermanos y yo, también tú
haces alegatitas tan dulces que parecen cascabeles de
amor en nuestro corazón, venidos del cielo.

Fuimos a dejar a tus hermanos a la escuela y ahí nos
dejó tu papá. como no llega pronto, oyes ruido de
cualquier camioneta y dices que es papá y te asomas
rápidamente.

en la casa me llamaste para que fuéramos a ver los
pollitos y los guajolotitos, pero cuando te doy uno te
da horror y miedo, por eso te retiré para que no te
molesten.

Le das besitos a tu tía Rosita pero cuando te llama
con las manos no quieres que te cargue y te abrazas a
mí.

Qué hermosa eres cuando cargas la muñequita, la
arrullas, la envuelves y le das besitos.

Te dimos una paleta y después pediste más, ya sabes
dónde están, me llevas ahí para que te dé otra.

Mas tarde fuimos a Pénjamo y me quedé contigo y con
Alex porque hace mucho aire para ti y para Alex porque
está enfermo.

Después me bajé para llevar a tu hermano al doctor y
te quedaste llorando mucho. Cuando regresé aún estabas
llorando. después se descompuso la camioneta y ahí
estuvimos más de dos horas pero rezamos. tú lo hiciste
otra vez con tus boruquitas preciosas e infinita
ternura.

después estabas muy inquieta, lloraste, no te
acomodabas para dormir, te parabas, te sentabas, por
fin te quedaste dormidita gracias a Dios y ya no
despertaste.

Diario de la infancia - 12/11/1980

Martes 12 de noviembre de 1980
(1 año y 2 meses de edad)

Magui, mi reina:

Tal parece como si hasta hoy sintieras la necesidad de tu papá porque cada camioneta que oyes, dices “es papá” o cuando abren la puerta le corres pero me adelanté a ver y te dije “no era papá” y estás triste.

Qué contenta te dejaste arreglar porque fuiste conmigo a llevar a Juan Jacobo a la escuela, te querías quedar con él pero te expliqué que no se podía y le mandaste besitos y él a ti.

Fuimos a comprar pollo y quieres que te dé una piernita pero está crudo. Después compré chicles y también quieres porque ya tienes hambre.

Estaba jugando Alex con una pistolita de agua y tú la quieres, al verte llorar te la dio.

Otra vez lloraste cuando fui a lavar, me dio mucha tristeza porque cuando estaba tendiendo la ropa todavía estabas llorando y al verme te consolaste, con tus manitas agarraste mi vestido para que ya no me fuera y al secar tus ojitos me diste muchos besitos.

Al ver que regañamos a Juan Jacobo porque se enlodó, fuiste al lugar donde guardo su ropita y le trajiste un pantalón de Alex, nos causaste muchísima ternura.

Te encontramos en el refrigerador sacando y comiendo pastel que está en un plato, creo que ya tienes hambre hijita.

Jugamos a leer con Alex y no lo puedo creer, pero ya te sabes la palabra, no lo puedo creer.
Después jugaste con los dados, Juan Jacobo te enseña cómo armar figuras y al terminar fuimos a caminar.

Cuando te ibas a acostar preguntaste otra vez por tu papá.

Diario de la infancia - 7/11/1980

7 de noviembre de 1980

Magui, chiquita linda:

Qué hermosa eres cuando te enojas si no te damos lo
que quieres. Deseas comer birria pero estás muy
chiquita. Tratas de jalarme el pelo, de morderme y
terminaste jugando con tus hermanitos.

Te gusta que tu papá te haga caballito y dices: pa pa
pa... te molestas encantadoramente cuando ya se cansó
y no sigue jugando.

Te dormiste cuando íbamos a Abasolo y no despertaste
hasta que llegamos de regreso a la casa.

Cada que quieres leche, nos enseñas con tu manita el
biberón y nos llevas hasta allá.

Quieres los dados con los que están jugando los niños
y como no te hacen caso, se los riegas, otros se los
avientas, por lo que se enojaron contigo.

Quieres gelatina de la que hizo Alex, le quedó muy
buena, aunque haya quedado la mesa pegajosa porque la
tiró al vaciarla por quererle ayudar tú.

Te gusta que al dormirte nos acostemos contigo y que
te cante canciones, por lo que te canté "los tres
cochinitos" y "eres mi niña bonita". por último
rezamos y ya casi para terminar Dulce Madre, te
quedaste dormida.

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*(Ahora descubro que desde entonces ya era yo mediaviolenta, jajaja)

Diario de la infancia - 5/12/1980

5 de diciembre de 1980

Magui, chiquilla preciosa:

Cuando desperté y te vi tu ojito me sentí muy, pero muy triste y te puse gotas neosporín, pero va en aumento mi tristeza al ver que también tienes calentura, pobrecita chiquilla.

Saludaste a tus hermanos y cuando ellos te dijeron: Buenos días nena, te vi tan contenta, que parece que te dan con sus presencia la mejor medicina, quieren jugar contigo, pero no tienes humor ni fuerzas suficientes para hacerlo.

Cuando se fue tu hermano Juan Jacobo a la escuela, se quedó Alex contigo y te cantaba cancioncitas y pareces muy complacida, te canta:

“Linda princesita, yo te quiero mucho y te amo, princesita de mi amoooor”

Te dejé una muñequita en la cuna para que jugaras mientras iba a hacer el quehacer, pero me diste las manitas para que te saque de la cuna y te cargué. Sentí mucha ternura porque te recuestas buscando alivio a tu malestar. Me siento muy preocupada porque casi no comiste por más que te ruego.

Viste la palabra de Alex* y quieres que vayamos a jugar a leer. Cómo no lo pensé antes y hubiéramos jugado más. Pareces tan tranquila y tan feliz, como si no estuvieras enfermita. En el preciso momento que terminamos de jugar, te molestaste por lo que te seguí cantando: “tengo una muñeca vestida de azul...” y otra vez estás contenta.

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*Mi mamá usaba un método para enseñarnos a leer antes de entrar a la escuela y creo que nos iba enseñando por palabras.