Thursday, April 21, 2005

mi corazón está roto

el anuncio de su llegada coincidió con el anuncio de la mía.
él a México, yo al mundo.
el mismo día, el mismo instante.

el sonido de las campanas que celebraban su presencia debe estar registrado en algún rincón de mi memoria, en algún lugar de mi alma, aunque científicamente yo no haya podido escucharlas. tenía aproximadamente ocho semanas de gestación y mi mamá se enteró ese día de mi existencia.

Pero sí las escuché, aunque mi mente no lo recuerde, todo mi ser me lo grita, mi corazón debe haber dado su primer latido en ese instante. de qué otra manera podría explicarme el efecto que ha causado en mí ese hombre con tan solo verlo, con tan solo escucharlo, con tan solo recordarlo.

las lágrimas se desatan ante él, el mundo desaparece de todos mis sentidos, sólo existe él.

él ha sido el mejor de mis sueños cumplidos, él me regaló la experiencia más valiosa de mi vida, él me vio y me bendijo, como a cada uno.

casi podría asegurar que nadie en el mundo causará en mí un impacto siquiera similar.

sé que hoy he sentido el dolor más parecido a perder a un padre. antes tenía a dos en la tierra, ahora tengo a dos en el cielo. por un momento pensé que iba a morir con él. que una vez más coincidiríamos, primero en el principio y hoy en el fin. pero no lo merezco. le fallé. se fue con mis fallas, esperé demasiado para decidir cambiar. me cansé pronto de sufrir y renuncié... él jamás lo hizo.

"si tu corazón no te perdona, Dios sí te perdona, porque su misericordia es más grande que tu corazón". no sé si merezco ese perdón, por eso lloro. por supuesto que no lloro por él, lloro por mí, lloro por el mundo que con seis mil millones de seres humanos no puede llenar el vacío que dejó, el lugar que ocupó quien hoy ha partido con Dios.

el llanto es de la magnitud de la pérdida. el dolor es de la profundidad de mi ingratitud, de mi renuncia. yo lo abandoné.

quien dice que nadie es irremplazable en este mundo se equivoca.
Dios nos creo únicos e irremplazables a cada uno. y nos empeñamos en no serlo. nos rehusamos a ser lo mejor de nosotros mismos, a esparcirlo. debería darnos vergüenza. si hemos vivido así deberíamos llegar con Dios y ni siquiera mirarlo a los ojos. uno entre millones reconoció y vivió ese don y lo multiplicó... y transformó al mundo, lo estremeció de alegría y lo enmudeció de dolor.

si un ser humano conmovió a la humanidad, si la llenó de amor y de esperanza, dónde estamos el resto? qué estamos haciendo? estamos viviendo para morir. moriremos en vano y el vacío que dejaremos dará lástima. será un vacío de lo que no hicimos, de lo que no entregamos pudiendo haberlo hecho.

me han preguntando el día de hoy si al Papa le dieron alguna vez el premio Nobel de la paz. no ha sido así. primero me parece incomprensible, pero después lo entiendo: un ser humano excepcional no merece un premio ordinario, el premio que él merece no se ha inventado aquí en la tierra. el premio que él merece sólo puede dárselo alguien superior a él, sólo puede dárselo Dios y hoy lo ha hecho.

Tu premio Juan Pablo es el cielo. mi aplauso para ti resonará hasta el último día de mi vida, porque nadie como tú se lo merece. eres y serás la mayor inspiración, el mejor ejemplo para luchar por estar un día contigo y con Dios.

mi corazón te ha amado desde su primer latido y te amará hasta el último.

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